A veces es duro esto de la fama del bloguero. No hay lunes molón en el que vayamos andando por la calle el nunca bien ponderado Kiko y yo, y nos asalte una horda de 20 añeras profiriendo gritos histéricos en plan «Kiko, Kiko, déjanos comerte el hocico, que estás mu rico» ó «Grifter, Sr. Grifter, si tú quieres nos desvistes». El caso es que ayer decidimos invitar a nuestra tarde friki de los lunes molones a ese Dandi del extrarradio conocido como Bobby, para ver si yendo acompañados de él nuestras fans se cortaban un poco, porque ya empiezan a ser cansinas.
Pues fue entrar a la tienda del chino Juan a comprar piscolabis y asaltarnos allí un grupo de jovenzuelas que lo primero que hicieron fue preguntarnos: «Oye, ¿y este nuevo mozo quién es?». Las dijimos que era el Bobby, y de pronto empezaron todas ellas a gritar: «¡Bobby, Bobby, queremos ser tus lobis!». Entre agarrones y tirones pudimos abrirnos paso y llegar a casa de Kiko. Lo cierto es que ayer nuestro invitado pudo comprobar en sus propias carnes lo duro que es esto de la fama.