El nombre de Calígula siempre ha provocado que nos partiéramos el ojete por el simple hecho de que nos trae a la memoria a un buen coleguita nuestro que se pimplaba los «calis» con gula (de ahí que le llamáramos Cali-gula). Lo último que supimos de este chaval es que alguien le tiró una cerilla y explotó, así que ójala Dios le tenga en su gloria. Así que en homenaje a este muchacho no pudimos menos que hacernos con este cómic y degustarlo como se merece. Además que su guionista (David Lapham) es muy de nuestro agrado por las tremendas barrabasadas de las que hace gala en Crossed, por lo que no podíamos dejar pasar la lectura de este tomo.
El caso es que hoy en día tendemos siempre a pensar en los políticos y en los banqueros como la peor calaña que ha dado la historia de la humanidad. Pero si nos remontamos a aquellos gloriosos días de la Roma antigua hubo cierto emperador que los dejaba a todos ellos en tanga. Y es que, ¿quién no ha oído hablar alguna vez de las tremendas idas de olla de Calígula?. Ciertamente este cómic es buena muestra de ello…