Muy iluso de mí pensé que para la última reunión friki del 2012 nuestro redactor Kiko tendría preparado un pedazo de film molón que nos hiciera olvidar todos los ratos de pelis mierderas que hemos padecido a lo largo de este año que se nos va (sí, que se nos va cual joven que sale pitando sin mirar atrás cuando su novia le dice que se ha quedado embarazada). Pero no amiguitos, resulta que unos minutos antes de que llegara el momento para ver nuestra peli del lunes coge el tío y me dice: «¡Venga siéntate ahí que te voy a poner la peli!». Y por supuesto una vez más me puso la primera puta mierda que pilló…
El caso es que así a priori el tiburón de la carátula me resultó «salaete», ya que me recordó nuestra época discotequera en la que íbamos detrás de las chavalas ahí con la boca abierta en plan posesos y ellas salían corriendo despavoridas poniendo un rictus similar al de la gachí de la foto. Así que con resignación y con cara de póker nos dispusimos a ver el movidote que este largometraje podía ofrecernos.