Se ha hecho esperar en esta casa el análisis de la conclusión de una de las sagas más importantes de esta generación: Mass Effect. Con su tercera entrega se finiquitan las aventuras del ahora comandante Shepard en la lucha por defender la Tierra y toda la galaxia de las garras de los segadores. Dispuesto a darlo todo, preparé mi bolsa de ganchitos, mi rifle láser y mi ohmygod-herramienta con la intención de ver si de verdad los chicos de Bioware la habían preparado tan gorda con su final, tal y como se quejaban algunos niñatos gafapastas.
Es cierto que la segunda parte de la saga, aún gustándome, me pareció un poco floja. Como ya comenté en su análisis se habían perdido muchos toques de rol y de exploración a favor del combate. Pasábamos de tener un action RPG a un shooter en tercera persona con algunos tintes de rol. Y aunque esta tercera parte es cojonuda, hay que decirlo, ha seguido evolucionando hacia aquellos que prefieren echarse unos tiritos a «perder el tiempo» explorando la galaxia, mantener conversasiones y demás características propias de un buen juego de rol. Pero no adelantemos acontecimientos.