Si a estas alturas a alguno de los presentes no le suena el nombre de Joss Whedon queremos pensar que ello se debe al hecho de que le han pegado un tremendo ostión con un bate de béisbol en la cabeza y le han dejado medio mongolo. Y es que el nombre de este pedazo de crack deberíamos tatuárnoslo a fuego todos los frikis (hasta en el ojete si hace falta) debido a las enormes horas y horas de diversión que hemos pasado con los personajes o con las ideas salidas de la mente de este tío. Así que ya era hora de que se publicara por estos lares un libro en el que conocer mejor la dilatada carrera de este buen mozo…