En este blog no perdemos ripia de cualquier película frikaza que se precie y acostumbramos siempre a ver este tipo de largometrajes el mismo fin de semana del estreno. Por esa razón este sábado fuimos ataviados con nuestras mejores galas para ver este título, del cual personalmente un servidor esperaba que dejara el listonaco altísimo (y francamente superó con creces esas expectativas). Lo cierto es que alcanzar el nivel que dejó Matthew Vaughn en la magnífica X-Men: Primera Generación era tarea harto difícil…
Y es que tras haber hecho sus buenos pinitos en las dos primeras entregas de la franquicia, Bryan Singer vuelve de nuevo a ella para ser el encargado de dirigir el último pelotazo de Marvel que todos los frikazos estábamos esperando ansiosos. Y más cuando este largometraje ejerce la función de ser el nexo entre las entregas originales y la antes mencionada X-Men: Primera Generación, convirtiéndose de esta forma tanto en secuela de ésta como de X-Men: The Last Stand. Así que muy fácil no lo tenía Singer para sacarse de la manga un film inquietante que arreglara todo aquel «sarao» que dejó Brett Ratner en la última entrega de la anterior trilogía…