Todo el que nos sigue asiduamente es sabedor de que la muchachada de este birri-blog nos pasamos el cine español por el forro de los huevos de una forma similar a esos que bailan moviendo un pañuelo «p’alante y p’atras» por debajo de la entrepierna. Debido a ello, mi mejor coleguilla, que es sabedora de mi poca devoción por el cine de nuestro país, me dijo (a sangre fría y con un rictus que sembró en mí un alto nivel de acojone), que si no tenía pensado ir a ver la peli esa de Ocho apellidos vascos me merecía que me ataran por la lengua al tubo de escape de un coche y que me arrastraran por un campo de cristales rotos…
Intruders
Cuando una peli intenta hacer temblar y lo único que te tiemblan son los párpados que se caen de sueño. No sé por qué últimamente me ha dado por ir una vez a la semana al cine, pero al menos las elecciones no están siendo nada malas. Tras visitar las salas para ver una comedia (Cómo acabar con tu jefe) y continuar con una de aventuras (Super 8), esta semana tocaba ver una de miedito: Intruders.
En realidad se me agolpan multitud de opiniones acerca de esta película, pues no sé muy bien cómo describir las cosas que se me han pasado por la cabeza, las sensaciones que tengo o las críticas que he escuchado. Para empezar cuando nada más empezar vi un rótulo que ponía Antena 3 Films, juro por que se me caiga la taza del retrete en mis partes, que pensé «o esto es el Barco o una peli de sobremesa». Y quizás tras ver la película aún lo estoy dudando.