Hasta antes de empezar a leer Crossed pensaba que en esta vida no había nada más bestia que un grupo de Marujas entrando a una tienda el primer día de rebajas. Y es que su primer tomo me dejó inquieto, el segundo me dejó anonadado y así sucesivamente hasta llegar a este octavo tomo que nos trae nuevamente la editorial Panini, tras tomar el relevo de la antigua y querida Glenat. Y es que este cómic es otro nuevo claro ejemplo y muestra de que Crossed sigue siendo lo más salvaje y bestial del actual panorama comiquero.
Ciertamente parece que los distintos guionistas que han ido desfilando por esta serie tras Garth Ennis y David Lapham le han ido cogiendo poco a poco el truquillo a esto de explayarse a la hora de contarnos barrabasadas varias. A este respecto he de reconocer que este tomo me ha resultado bastante más atrayente que algunos de los últimos publicados estos meses de atrás, por la forma en la que se plasman aquí los peores aspectos e instintos del género humano. Y es que los infectados de esta serie pueden ser muy cabroncetes pero, sin lugar a dudas, a veces las personas aparentemente normales pueden serlo bastante más…