Cuando vemos algún partido de fútbol en la tasca del barrio y nos escandalizamos ante algún entradón a lo bestia y con mala leche no falta el tarugo de turno que dice que el fútbol es un deporte no apto para niñas y que las patadas forman parte del juego (todo esto mientras sacan al pobre futbolista en camilla con la pierna colgando). Hombre, bien es cierto que las patadas están ahí y que los futbolistas se exponen a las lesiones, pero es que hay jugadores que son más brutos que un «arao» y hay algunos de ellos que son un poco cabronazos y se les nota que van a por el hueso. El post de hoy viene a colación de lo que hizo el bestia del John Terry (un afamado jugador del Chelsea) hace unos días en un partido amistoso. Joder, y eso que era amistoso, que si llegan a jugarse la Copa del Mundo hubiera dejado seco al contrario.