Todo el que nos sigue asiduamente es sabedor de que la muchachada de este birri-blog nos pasamos el cine español por el forro de los huevos de una forma similar a esos que bailan moviendo un pañuelo «p’alante y p’atras» por debajo de la entrepierna. Debido a ello, mi mejor coleguilla, que es sabedora de mi poca devoción por el cine de nuestro país, me dijo (a sangre fría y con un rictus que sembró en mí un alto nivel de acojone), que si no tenía pensado ir a ver la peli esa de Ocho apellidos vascos me merecía que me ataran por la lengua al tubo de escape de un coche y que me arrastraran por un campo de cristales rotos…