Sí bueno, para corredor un menda de aquí del barrio al que un buen día su querida novia le dijo que estaba embarazada, salió pitando por patas y nunca más se volvió a saber de él. El caso es que nosotros siempre hemos pensado que todo lo que suponga dar más de 12 pasos seguidos es un puto casancio de cojones (y si se trata de correr ya ni te cuento). Pero si son otros los que corren eso sí lo toleramos y por ese motivo nos acercamos al cine este pasado finde a ver porqué se daban esas «pechás» a correr esta gente.
Y es que desde aquel mítico film titulado Corre, Lola, Corre no veíamos a un prota de una peli corretear en plan jamelgo «desbocao» y levantando una polvareda casi similar a la de una manada de ñus perseguidos por leonas hambrientas. El caso es, amiguitos, que hoy por hoy está de moda adaptar a la gran pantalla novelas o libros que han tenido cierto éxito y en los que los protagonistas son jovenzuelos que las han de pasar canutas en entornos hostiles o contextos que les llevan a tener que madurar de forma inminente. Si ya vimos estas premisas en Los Juegos del Hambre o Divergente, ahora la veremos también en El Corredor del Laberinto…