Keanu Reeves volvió de nuevo a la carga estas pasadas Navidades con un título de acción. Tras sacarme de la nevera y descongelarme, los dos cascarrabias mandamases de Vas Tú Listo me enviaron de comandos a catar esta cinta que mezcla samuráis, magia y un puñado de efectos especiales.
Durante su huída a través del bosque, el joven Kai (Keanu Reeves) cae herido y es encontrado por un grupo de samuráis que sirven a Asano, su señor feudal o ‘daimyo’ en japonés. Pronto traba amistad (sólo eso, no me seais malpensados) con Mika, la hija de Asano, pero no así con el resto del clan porque es un mestizo, medio occidental medio japonés, y por ello es repudiado.
Transcurren los años y un día esperan la visita del ‘Shogun’ (equivalente al rey) acompañado de su séquito y Kira, otro señor feudal. La bruja que sirve a este último provoca que Asano, su anfitrión en semejante fiestorro, aparentemente trate de matar a Kira. Por ello se le castiga obligándole a suicidarse (‘seppuku’), mientras que se condena a todos sus samuráis al exilio, los cuales se convierten en ronin tras la muerte de su señor. A Mika se le concede un año de luto, previo a su boda con Kira, que se convertirá en el señor de todas las tierras.