Hace muchos, muchos años, en un destartalado sótano de la madrileña calle Valverde, un viejo funcionario creó sin saberlo una civilización de fundamentalistas religiosos, recolectores de cacahuetes y nostálgicos de la estufa eléctrica. En medio de este caos de guerras fratricidas e histeria colectiva aterriza un personaje de dudoso origen, achatada figura y pocas trazas de redentor, su nombre es Capitán Torrezno.