François no tiene la vida que sueña. Vive solo, en una ciudad donde llueve constantemente, y lleva años trabajando en una lavandería sin recibir el más mínimo aumento. Sus pasatiempos se resumen en jugar los mismos números de lotería todas las semanas durante cinco años, sin resultado, y tomar una pinta de cerveza fría en el Monico donde se encuentra con frecuencia con Maryvonne, con quien le gustaría establecer una relación más íntima. Una entrega cotidiana le lleva un día a llamar a la puerta de una mansión…