Trish y Jackie son amigas del colegio y ávidas jugadoras de rol. Sin embargo, a medida que pasan los cursos, sus caminos comienzan a distanciarse. Pero cuando la línea entre la realidad y el mundo de fantasía que han creado se disuelve debido a una maligna oscuridad, ¿podrán convertirse en las heroínas de su propia historia? ¿Podrán olvidarse de dónde vienen y dejarse ir la una a la otra?
Aphrodite IX
Estoy casi al 100% seguro de que si a la mayoría de vosotros os mencionan en frío el nombre de Afrodita lo primero que os vendrá a la cabeza será la robota molona que salía en Mazinger Z, que gritaba aquella clásica frase de «¡Pechos fueraaaaaaaaaa!», (que a muchos de vosotros os gustaría escuchársela también a vuestra vecina buenorra) y con la que propinaba a sus enemigos un tremendo «tetazo» explosivo con el que estamos seguros de que más de uno murió con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro.
Pero la Afrodita a la cual nos referimos en la reseña de hoy no tiene nada que ver con estas gilipolladas, sino que se trata de la flamante protagonista de cierto cómic que fue publicado por los chavales de Norma Editorial en estos lares allá por el año 2010, la cual lleva en su nombre el clásico número de delantero centro que le puede hacer pensar a uno que esta piba debe meter unos goles con la cabeza a lo Santillana. El caso es que hace poco me topé con este tomo en mi comicteca, me dio por releerlo y hoy le dedico esta reseñita por si aún queda algún friki alma de cántaro que desconociera su existencia…
Thumbprint
Para el que no tenga apenas ni zorra de inglés y se acojone con palabrejas que tienen tanta consonante junta diremos que el título de la reseña de hoy podría traducirse como huella digital. Pero para huellaza la que dejo yo cuando piso lo fregao a mi señora madre y me pone una cara de querer soltarme un ostión con la mano abierta como los que pegaba Bud Spencer, con los cuales hacía que la gente diera una voltereta de 360º sobre su propio eje.
Pero el Thumbprint del que vamos a hablar hoy no tiene nada que ver con gilipolladas de estas, sino con cierta novedad comiquera que me llamó la atención desde el momentazo en el que vi el nombre de Joe Hill en la portada. Sobre este buen mozo sobran las presentaciones, pues todo el mundo sabe que se trata de un escritor estadounidense famoso por ser hijo del grandísimo Stephen King. Y a este respecto hemos de confesar que los muchachos de este blog hemos leído cosillas suyas en el noveno arte que no nos han dejado malas sensaciones, como por ejemplo Locke & Key, La capa o Road Rage. Es por ello que anhelábamos poder catar este tomo…
Antes de ser unos putos viciados…
Resulta curioso el hecho de que los muchachos de este blog tengamos una fama de putos «viciaos» de mierda que no podamos con ella. Hay quien nos compara con los criajos esos coreanos que se tiran 48 horas seguidas dándole a la Xbox; otros en cambio piensan que somos tan viciados que cada vez que cogemos el mando de la consola coqueteamos con el ataque epiléptico. Incluso hay quien nos dice que tenemos tal cantidad de vicio en las venas que cada vez que nos hacemos una herida en vez de sangre sale vicio. Pero no siempre fuimos así de asquerosos, pues en nuestros tiempos mozos éramos personitas normales que jugábamos a cosas que a los chavalines de hoy día les suenan a puto chino: los juegos de tablero. Estos eran algunos de nuestros favoritos…