De jovenzuelos todos teníamos un ídolo, y el mío era MacGyver (ahí con un par). El otro ilustre creador de este blog os puede contar la de veces que me habrá llamado al telefonillo en nuestros tiempos mozos para que bajara un rato a la calle a dar un garbeo y decirle aquello de: «¡No tío, que empieza MacGyver!». Pero si hasta llegué a comprarme una navajita suiza de esas como la que llevaba mi ídolo sólo para sentirme más MacGyver, por dios. Aún conservo por ahí mazo de cintas de VHS con episodios grabados y aún tengo pendiente comprarme todas las temporadas de la serie en DVD (menos la 1ª, que ya la tengo). El caso es que gracias a este tío hoy por hoy sé abrir una caja fuerte de las de botones con contraseñas numéricas y sé también arreglar el radiador de un coche con una clara de huevo. Por todo lo expuesto, no he podido menos que emocionarme con el notición que os traemos a continuación.