Siguiendo la línea que he ido trazando en mis últimos post, vuelvo a dar un salto o una mirada al pasado, porque cuando era pequeñito mi cole decidió que era más que interesante para los pequeñajos ver cómo se grababa un programa en la tele. Aquello era todo un espectáculo, las madres peinándonos a base de cepillo, agua y gomina dejándonos los pelos como sí te los hubiera lamido una vaca, cerrando toda posibilidad al acceso de algún piojillo «despendolao», y todo porque sus hijos iban a salir en la tele, sí sí, en la tele.