Sí bueno, la verdad es que observando así en frío la portadita de este cómic hace que nos acordemos de un colega nuestro al que le gusta meter las manos en la nocilla como Winnie the Pooh en un tarro de miel y luego va el tío poniendo las manazas por donde pilla y dejando unas huellazas que no hace falta ser el puto Sherlock Holmes para poder seguirle el rastro. Pero no amiguitos, hoy no vamos a hablar sobre guarracos sino sobre cierta novedad comiquera que nos trajeron los chicos de Planeta Cómic hace unas semanas.
Ya comenté en la reseña anterior que aproveché la noche de Halloween para leer algunas cosas de terror que tenía pendientes y que reservé para degustarlas en esa fecha tan señalada para acojonarse con lo que uno buenamente pille. Además que aquí donde me tenéis me declaro un gran fan de todas las cosillas del noveno arte que llevan la impronta del bueno de Joe Hill, pues tras haber leído cosas como La Capa, la tremendísima Locke & Key, Thumbprint o Road Rage he de decir que tengo al hijo del bueno de Stephen King en un altar.