Después del anterior post que se ha marcado Kiko sobre las elecciones ardo en deseos de ir a votar. Así que voy a dejar ya los deberes diarios que me pone este muchacho de hacer por lo menos una plana al día de los cuadernillos de caligrafía Rubio y me voy a ir a ejercer mi derecho al voto. Como no hay ningún partido político en cuyo programa se hable de rebajar al 50% los precios de las pornochachas, todavía a estas alturas no sé a quién votar. Lo que creo que haré es quedarme en la puerta del colegio electoral cual perrillo abandonado, echar el ojo a una gachí de buen ver y decirla que por un morreo bien «dao» con lengua hasta la epiglotis voto a quien ella quiera. Pero antes de irme os voy a dejar con un jeroglífico que viene que ni pintado para un día como hoy. Es una gilipollada, así que casi todo lo acertaréis, pero cuantos más posts pongamos nos llevamos más comisión, así que…
Perrillos que esperan
A nadie le gusta que le hagan esperar. Yo personalmente tengo un colega que siempre llega tarde, y aún no se me ha olvidado cierto día en el que quedé con este muchacho, el tío llegaba ya con media de retraso y encima venía mirando escaparates («pa» hostiarlo, vamos). Si a las personas no nos gusta que nos hagan esperar, a los perrillos tampoco. Supongo que todo os habréis fijado en esos pobres animalillos atados cual jaco a la puerta de un Salón del Far West, ahí esperando mientras el dueño se pone ciego a pimplar cilindrines en la tasca. ¡Qué pena da el ver a esos pobres perros ahí pasando frío!. Actitudes perrunas ante una situación así hay para todos los gustos, pues podemos encontrar a los que se ponen a ladrar como posesos en plan «sal ya de ahí borrachuzo y desátame por tus muertos», o los que están ahí inquietos moviéndose desesperados de un lado para otro dentro del perímetro que les permite la correa. Pero en Vas Tú Listo hoy queremos profundizar en estos comportamientos perrunos y os traemos una nueva forma de esperar de la que hacen gala ciertos cánidos.