No me importa cantar a los cuatro vientos (gritando incluso como si un lapón me estuviera mordiendo los huevos) que estoy hasta el ojete del puto verano. Y es que ya no soporto estos calores y estos sudores con los que parece que uno viene de jugar un partido con prórroga en Maracaná por el simple hecho de estar sentado tranquilamente en el sofá de casa. Así que amiguitos, qué mejor forma que tratar de combatir el sofoco veraniego que tomándose una pitusa-cola mientras ves una peli de gente chapoteando en el agua como si fueran focas del circo Price.
Además que esta película también puede servir de moraleja para que si durante estos días de calorazo vais a daros un chapuzón a algún sitio, convenzáis a alguien para usarlo a modo de cobaya y que sea él quien primero se meta a catar el agua (y si veis que no hay nada que le pegue un «bocao» y le arranque la cabeza ya podéis meteros vosotros tranquilamente a mojaros el hocico sin miedo alguno a salir hechos carne picada como la de las hamburguesas chungas del McDonald).