Era domingo sin ganas de nada y sin dinero en el bolsillo, pues las últimas visitas al cine me habían dejado con un buen agujero en mis arcas y por ello elegí pasar mis últimos momentos del fin de semana disfrutando de una peli tirado en el sofá. Invité a un@s amig@s, que me proporcionaron algo de beber y de comer y nos dispusimos a ver una peli de acción, un thriller paranoico y acelerado (al menos eso era lo que parecía en el trailer).
Pero no, no, no y no. La peli empieza curiosa con un tio guarrete, «dejao», escritor, que ha de cuidar de su vida, su pareja y escribir un libro, pero no encuentra el camino para ninguna de esas cosas. Así que la cosa para él no pinta bien, los plazos se agotan, la novia le aprieta y en sus manos por suerte cae la solución: una pastilla de aspecto cuanto menos llamativo y con la cual, algunas de sus habilidades, parece que pueden crecer. Como haría cualquier hijo de vecino se la tomó (vamos lo normal, un tío por la calle te da una pirula transparente y tú ale a probarla, pues al fin y al cabo qué puedes perder).