No soy muy dado a escuchar la radio, pero de vez en cuando mientras me acicalo el careto por las mañanas (pues este jeto no se arregla solo y menos recién «levantao») me da por ponerla a ver qué se cuece por las ondas. El caso es que hoy me he acordado de una cosa que escuché hace unas semanas en el «Anda ya» en lo de las movidas esas de las bromas telefónicas de San Bernardino. Bien es cierto que en este blog nos mola todo eso de las bromas y los vaciles siempre y cuando la cosa no degenere en putada. Digo esto porque una cosa es echarse unas risas a costa de una vacilada, pero otra muy distinta es ya pasarse tres pueblos y putear totalmente a la otra persona. Y ciertamente esta broma a la que dedico el post (si se la puede llamar así) a mí personalmente me suscitó cualquier cosas menos gracia.