Como antiguo usuario de un Amstrad CPC 464 yo también coqueteé con el ataque epiléptico con el que fue el primer ordenador que tuvimos muchos. Fueron bastantes horas de puto vicio con el Oh Mummy!, el Ikari Warriors, el Matchday 2, el Who Dares Wins, o simplemente tirando bombas como un puto cerdo en el Psycho Pig. Pero si había un juego con el que me lo pasaba especialmente pipa (por el simple hecho de que se podía jugar hasta tres colegas a la vez), ese era el Rampage. Algo tan simple como un Hombre Lobo gigante, una especie de mico a lo King Kong y un Godzilla de andar por casa destruyendo la ciudad era mazo de diver…
Rampage
Ciertamente con el visionado de este film le eché un valor y una osadía por la que deberían levantarme una estatua en mi barrio o algo así, pues su director es nada más y nada menos que Uwe «pelis pufo» Boll. Me imagino que a casi todos os sonará el nombre de este joyón, responsable de truñacos muy serios tales como Alone in the dark, House of the dead, Postal, Bloodrayne o Far cry (yo no sé cómo le siguen dejando adaptar videojuegos al cine).
Supongo también que casi todos recordaréis aquella película de principios de la década de los 90 titulada Un día de furia en la que al protagonista de la misma se le cruzaban los cables a lo bestia y hacía gala de un comportamiento muy violento con cualquiera que se cruzara en su camino. Pues bien, Rampage es algo parecido pero más acorde a estos tiempos que corren hoy en día, pues aquí el protagonista es un joven de 23 años que un buena tarde decide salir a la calle ataviado con una armadura de Kevlar con la intención de hacer una escabechina allá por donde pase y dejar seco a todo aquel que tenga la mala suerte de ponerse en su punto de mira.