No sé si alguno de vosotros se acuerda de cuando Recerca editorial empezó a publicar en nuestro país cómics de la línea «Vértigo» (que como sabéis se trata de un sello perteneciente a DC comics destinado a un público más adulto, por el hecho de tratar temáticas más controvertidas o por su contenido de violencia explícita). El caso es que gracias a aquella mencionada editorial pudimos tener el placer de degustar títulos menos conocidos pertenecientes a ese sello Vértigo, pero que realmente merecían mucho la pena echarles un vistazo.
Este tomo que nos ocupa fue publicado por estos lares allá por el 2004, y aproveché para releerlo hace poco porque uno ya no tiene las neuronas de antaño y ya apenas me acordaba de cuando lo leí en su día (a decir verdad ni siquiera me acuerdo de lo que he desayunado hoy). El caso es que con esta reseña me gustaría recomendarlo a todos los seguidores de las distintas series del sello Vértigo, porque en este cómic de Jamie Delano y Sean Phillips se marcan ambos una historia autoconclusiva de esas que te enganchan hasta que llegas a la última página.