Si había un muñeco con el que cuando jugaba antaño repartía hostias como panes, ese era el bueno de He-Man. Aprovecharé este post para comentar el hecho de que en mis tiempos mozos tenía gran cantidad de estos muñecajos, los cuales aún conservan su tipín en algún lugar del trastero junto al castillo de Grayskull o la Cueva del terror de Hordak. Por cierto, es curioso el hecho de que cuando uno es un tierno infante no se dé cuenta de socarronadas como la del enorme parecido del nombre de un muñeco rubio y «to» cachas con la palabra «giman». Eso por no hablar de su hermana (la buena de She-Ra), una rubiaza minifaldera que blandía un cacho espadote en las manos con gracejo natural (ainssss, qué bonita era la inocencia de los tiempos «pre-efebiles»). Bueno, el caso es que a colación de todo esto os traemos un notición que hará los ojos chiribiri a todos aquellos que fueran fans de estos muñecos.