La primera parte de esta saga fue una película de la que no me esperaba gran cosa y he de reconocer que estuve ahí en mi salsa. En cambio la segunda parte sí que fui a verla con altas expectativas y salí con cara de poker. Así que para el visionado de esta tercera parte directamente adopté una postura estoica en plan que dios reparta suerte. Ayer por la tarde acudí a ver este film y he de reconocer que con el visionado de Transformers: el lado oscuro de la luna se me pusieron los mismos ojines de expectación y emoción que cuando vi la 1ª parte que tanto me convenció.
Y es que si uno acude a una sala de cine a ver esta última entrega de la saga de Michael Bay, va sobre todo con intención de presenciar un despliegue de efectos especiales y unos momentos de acción que te dejen con los ojos haciendo chiribitas. Y ciertamente esta tercera parte personalmente me ha resultado la más espectacular de todas, con un tramo final de película en el que la acción a raudales y sin descanso le sale a uno ya hasta por las orejas (lo cual es algo siempre de agradecer).