El piloto de combate moderno lo ve pasar todo a velocidades supersónicas, incluso la muerte parece que tiene prisa cuando te disparan un misil aire-aire, como el viejo amigo AIM-9 Sidewinder, que cuando te vienes a dar cuenta te acaba de volar en pedazos tu avión de combate y tu cuerpo ha sido lanzado en todas direcciones hecho pedazos.
En la Primera Guerra Mundial las cosas funcionaban de otra manera, los aviones disparaban a quemarropa sus ametralladoras Spandau a través de la hélice alcanzando al objetivo una y otra vez hasta destrozar el fuselaje, al piloto o el motor. Con algo de mala suerte provocando un incendio donde el piloto moriría calcinado lentamente.