Puede que sea por el hecho de que el pobre Peter Parker se quedara huérfano desde muy jovencito o porque estuviera ya hasta el huevamen de aguantar a su tía, pero lo que sí es muy cierto es que el bueno de Spiderman ha estado rondando y dando la brasa a los 4F desde que los conoció (suponemos que por envidia cochina de que ellos son una familia «mu» bien avenida y quiere ir de «acoplao» a ver si le hacen un hueco).
Y es que nuestro arácnido favorito, ya desde sus tiempos mozos, tuvo un primer acercamiento a estos en aquella famosa historia en la que el bueno de Stan Lee nos relató el hecho de cómo al poco de adquirir sus poderes fue a intentar unirse a los 4F a cambio de una retribución económica. Pero Spidey, que no es gilipollas, cuando vio que estos hacían lo que hacían de forma altruista se piró de allí pensando que les dieran mucho por el ojete. Pero lo cierto es que sus caminos volverían a cruzarse en otras múltiples ocasiones, forjándose así poco a poco unos lazos muy especiales entre ellos. Y la principal función de este cómic es la de ahondar en esos momentos…