A pesar de mi gran fama de puto guarrazo, hace unos pocos días aproveché para limpiar y ordenar algunos de los armaritos en los que tengo guardados cómics. Joder, ayer vacié sólo uno de ellos y me salió ahí una cacho torreta de cómics que me asusté hasta yo, no me jodas. Y es que creo que como un buen día me dé por amontonar todos los que tengo me puede salir un cacho torretón más grande que el Pirulí o que las dos torres kio puestas una encima de otra…
Pero si hay algo que me encanta a la hora de ordenar mis armaritos es que me encuentro con material que ya leí en su día y que me apetece releer de nuevo. Y esto fue precisamente lo que me pasó ayer con esta miniserie a la que dedico el post de hoy. Ya la degusté en su día, cuando fue publicada en dos bonitos tomos de Marvel Deluxe, pero ayer no pude resistirme a la gran tentación de volver a echarla un vistazuelo. Y es que, como ya he comentado mazo de veces en este mismo blog, soy un acérrimo seguidor de todo lo que guioniza Mark Millar, a pesar de que a veces abuse un poquito de personajes con aires muy chulescos, malhablados y cercanos al hijoputismo.