A estas alturas creo que todos conocemos la saga Crepúsculo, basada en la novela de Stephenie Mayer, donde lo que prima son los líos amorosos y lo secundario son los vampiros y los hombres lobo. Está claro que este tipo de cine está orientado a jóvenes adolescentes deseosas de que un guaperas le de marchuqui para el cuerpo. Un mercado fácil de convencer cuando le pones en pantalla un niñato de cara bonita y cuerpo escultural, de morritos sensuales y con un oscuro pasado. La fórmula para encandilar a este tipo de espectadores es bastante sencillo: chica normal (tampoco es plan poner un bellezón con la que nadie se identifique) conoce a un maromo con el que tendrá un amor imposible, hormonas inquietas y efervescentes deseosas de sentir una relación de este tipo y tendrás a miles de chavalinas soltando su dinero en las salas de cines.
Visto el exitazo de la saga de los vampiros gayers, la escritora intenta repetir la fórmula con The Host, pero ahora con un corte algo más de ciencia ficción. No nos engañemos, la señorita Stephenie nos vende la misma mona, pero con distinto traje de seda, es decir, no es más que una peli donde los amorios son la piedra angular alrededor de la que gira todo el argumento.