Desde hace ya varias semanas venimos comentando que ya es oficial el hecho de que hemos perdido el rumbo en lo que se refiere a las pelis chungas esas que nos solemos tragar en nuestras reuniones frikis de los lunes. Y es que es tal la puta mierda que solemos ver, que esta semana pasada el nunca bien ponderado Kiko decidió tirar de clasicazo y se sacó de la manga un film con el que estábamos flipados en nuestro tiempos mozos (allá por la época aquella del vídeo comunitario, más o menos cuando el Hermida aún estaba en el Tve1, no me jodas)…
Lo que sí tengo muy claro es que este largometraje ha demostrado una vez más la famosa teoría de que hay films o series de las que es mejor guardar el recuerdo de antaño que uno tiene de ellas cuando las vio en una época en la que se era mucho más flipable. Y es que volver a ver La Bestia debe morir a estas alturas me hace preguntarme bajo qué tipo de fármaco o alucinógeno debería de estar yo de jovencito para estar tan gilipollas como para que viendo pelis de este jaez me dijera: «¡Wualaaa chaval, cómo mola esto»…