Tengo que reconocer que se me está haciendo más que dura la espera del tomo nº 15 de Los Muertos Vivientes y ya no sé cómo cojones llenar ese vacío que han dejado en mí estos seres putrefactos. Bien podría ver los episodios que me quedan de la 2ª temporada de The Walking Dead, pero es que no me cansaré de repetir que el cómic deja totalmente en braguetas a la jodida serie de televisión. Pero bueno, que no cunda el pánico que ya me he enterado que ese mencionado tomo sale el mes que viene, así que habrá que esperar cual adolescente que sueña con que llegue el día en que palpe un tetamen.
El caso es que hace unos días decidí darme un chute de zombies para mi cuerpazo forjado a base de bollos con el visionado de esta película que me encontré casualmente. Y es que cuando me aburro y no sé qué hostias ver, suelo decantarme por films chungos de este jaez. Ciertamente me la jugué a base de bien, pues salta a la vista que es uno de esos largometrajes rodados para televisión (pero vamos, que en peores plazas he «toreao»…).