A estas alturas creo que todos conocemos la saga Crepúsculo, basada en la novela de Stephenie Mayer, donde lo que prima son los líos amorosos y lo secundario son los vampiros y los hombres lobo. Está claro que este tipo de cine está orientado a jóvenes adolescentes deseosas de que un guaperas le de marchuqui para el cuerpo. Un mercado fácil de convencer cuando le pones en pantalla un niñato de cara bonita y cuerpo escultural, de morritos sensuales y con un oscuro pasado. La fórmula para encandilar a este tipo de espectadores es bastante sencillo: chica normal (tampoco es plan poner un bellezón con la que nadie se identifique) conoce a un maromo con el que tendrá un amor imposible, hormonas inquietas y efervescentes deseosas de sentir una relación de este tipo y tendrás a miles de chavalinas soltando su dinero en las salas de cines.
Visto el exitazo de la saga de los vampiros gayers, la escritora intenta repetir la fórmula con The Host, pero ahora con un corte algo más de ciencia ficción. No nos engañemos, la señorita Stephenie nos vende la misma mona, pero con distinto traje de seda, es decir, no es más que una peli donde los amorios son la piedra angular alrededor de la que gira todo el argumento.
El mundo ya no es como era. Se acabaron las guerras, las disputas por los recursos naturales, la violencia y todo aquello malvado intrínseco de la raza humana. Todo gracias a una raza alienígena que ha llegado a La Tierra con intención de quedarse. El problema es que dichos alienígenas, cuya forma natural es la de un bicho luminoso con forma de anémona, necesitan un huésped humano en el que establecerse para poder colonizar los planetas. La humanidad, mermada por esta «plaga», subsiste a duras penas escondida en reductos de población humana esperando su momento para intentar retomar su papel de especie prioritaria. Todo cambia cuando capturan a Melanie, una chica que pertenece a la resistencia humana, y le introducen uno de esos bicharracos llamado Wanderer. Aún cuando Wanderer controla el cuerpo de Melanie, las fuertes emociones de ésta mantienen su mente despierta y comienza aquí una lucha por conseguir de nuevo su cuerpo y luchar contra el parásito.
Visto así, puede parecer un argumento que esconde una interesante historia de ciencia ficción donde los humanos luchan por derrotar la nueva especie depredadora, pero (y todo The Host está lleno de peros) esconde una película de amorios soporífera que sólo gustará al público que comentaba al principio del post. Es decir, a todas esas niñas que están encantadas de ver cómo triángulos amorosos imposibles se hacen realidad para deleite de sus más oscuros sueños.
Unos actores merecedores de ser suplantados por las anémonas que los subyugan (seguramente actuarían mejor) y unos diálogos que darían vergüenza a dos monillos que se acaban de conocer. Los pensamientos de la protagonista, que se convierten en conversaciones con el parásito alienígena son totalmente absurdos, centrándose en todo momento en pelearse por dar besos a los otros protagonistas del film. Como remate se nos plantean relaciones amorosas entre humanos y bichejos (muy bonicos y brillantes ellos) que no quedan convincentes en ningún momento (por muy aspecto humano que tengan, ¿cómo cojones te enamoras de algo que sabes que es un gusano con pelos?).
En fin, una película que claramente está destinada a un reducido grupo de espectadores y que como podréis comprender, yo no estoy entre ellos. Si tienes algo de sentido común, por favor, no te acerques ni con un palo a The Host, a no ser que sea la famosa película coreana del 2006.