Las pibas que vivan aún ancladas en los maravillosos años 80 seguramente al leer el título del film de la reseña de hoy les habrá venido a la cabeza el grupo aquel de niñatos faltos de una buena MILI y a los que daban ganas de ostiarlos por esos pelazos imbéciles que llevaban, y que respondían al nombre de New kids on the block. Pero gracias a dios el post de hoy no va sobre estas criaturas, sino sobre un film que desde hace ya tiempo quería ver y por fin he tenido la ocasión de poder disfrutar de él.
Y es que creo recordar que ya he comentado en varias ocasiones el hecho de que la muchachada de este blog somos bastante asiduos a todo lo que se estrena en el festival de cine de Sitges (tanto de las mierdacas pinchás en un palo como de lo que mola). El caso es que esta película tuvo muy buenas críticas cuando fue proyectada el año pasado en ese festival e incluso había quien la catalogaba como el mejor film británico del 2012. Por todo lo comentado insisto en que un servidor tenía unas ganas locas de ver esta cinta…
Su argumento no podía ser más inquietante, pues se sitúa meses después de que los inquilinos de un bloque de apartamentos sean testigos de un asesinato y ninguno de ellos se preste a declarar a la policía por miedo a posibles represalias. Será ese el motivo por el cual los residentes del bloque de la torre 31 se verán amenazados por un francotirador que los irá matando uno a uno, provocando que quienes tienen la suerte de seguir con vida se vean envueltos en una batalla por su supervivencia.
Sin lugar a dudas, he de decir que mientras veía este film no pude evitar que me viniera a la cabeza la famosa historia de Kitty Genovese, una joven que en 1964 fue brutalmente apuñalada en una calle de Queens (Nueva York). Treinta y ocho personas oyeron sus gritos agónicos durante más de media hora. Nadie llamó a la policía. Nadie bajó a socorrerla. Nadie se sintió responsable. Esta historia dio lugar a lo que se conoce con el nombre del Síndrome Genovese, el cual hace referencia a la apatía de una sociedad en la que se eluden responsabilidades en situaciones de este tipo.
Pues bien, como digo el film es evocador de ese hecho, pues en él veremos cómo un joven de 15 años es asesinado en un bloque de pisos ante la parsimonia de sus residentes. Poco tiempo después alguien querrá que todos paguen por ello. Tal hecho sirve de marco para este magnífico thriller de acción que ciertamente ha colmado mis expectativas. Y es que tras los primeros 20 minutos en los que vamos conociendo al plantel de personajes que allí habitan, el film atrapa totalmente la atención del espectador por la tensión de verlos a todos ellos inmersos en una desesperada situación en la que no pueden contar con ningún tipo de ayuda del exterior. Es uno de esos films que se ruedan con un puñado de actores y en un escenario muy concreto, pero las interacciones que se van produciendo entre ellos componen un argumento de los que enganchan hasta su desenlace.
Además en ello influye también las buenas actuaciones de sus personajes protagonistas, entre las que merece la pena destacar a la actriz Sheridan Smith (que personalmente me recordaba un poco a la Spice Girl aquella mofletuda y pelirroja, la Geri). Por cierto, muy buena actuación la del odioso vecino, interpretado por Jack O’Connell, el cual a muchos os sonará como el niño cabrón de la también magnífica Eden Lake (otro film que si no has visto no sabemos a qué cojones esperas).
En definitiva, si quieres ver un intenso thriller de esos que saben suscitar la atención del espectador y mantienen el ritmo hasta su final te recomiendo que eches un vistazo a Tower Block. Se trata de uno de esos inquietantes largometrajes que demuestran que con un argumento medianamente interesante y unas interpretaciones correctas se puede hacer una buena película. Pues venga, deja de pensártelo más y a verla en un rato libre que tengas, porque seguro que no te defraudarán sus 87 minutazos.