La verdad es que la primera vez que escuché el título de este cómic me pareció más bien el título de uno de los típicos CD’s de música heavilongos que se suele comprar el gilipichis de mi hermano. Así que cuando me pispé de que se trataba de un cómic publicado hace poco por Norma Editorial lo eché un vistazo allí en la tienda en una de mis últimas visitas y me dije: «¡Qué ostias, vamos a darlo una oportunidad a ver qué coño se cuece entre sus páginas!». Así que en un alarde torerazo me hice con él, poniendo cara de importancias y de tío decidido, más que nada para impresionar a una chavalita que había pululando por la tienda…
Y la verdad es que tengo que reconocer que todo el hilo argumental de la historia de este tomo me ha recordado bastante al de cierto documental de la HBO (del que ya hablamos en este mismo blog) en el que se analizaba el curioso comportamiento de ciertas personas que un buen día deciden disfrazarse de superhéroe y salir a patrullar de noche para realizar tareas de vigilancia o labores de conciencia social. Por cierto, si no has visto ese documental échalo un vistazo, porque está entretenido…
Pero no nos desviemos del meollo de la reseña y volviendo a lo que podemos encontrar en Twilight Guardian es algo así como una especie de Kick-Ass, pero todo dentro de un tono más realista, más serio y sin el sentido jocoso y el gamberrismo sádico del que hacía gala la historia de Mark Millar. Y es que esta heroína que da nombre al cómic que nos ocupa, la “guardiana del crepúsculo”, no es más que una chica con severos problemas personales y una pasión desmedida por el mundo del cómic, que todas las noches cambia su rutina existencial por unas patrullas por su vecindario orientadas a evitar crímenes y accidentes.
La rutina de su actividad nocturna se ve envuelta por ciertos factores preocupantes como son la desaparición de su ex-novio John, la también desaparación de su padre años atrás y la búsqueda constante de su némesis (diablo de la noche), pues nuestra protagonista tiene metida en su cabeza la idea de que tiene un archienemigo que le vigila, a modo de polo opuesto que da motivos a sus actos. Y a este respecto hay que decir que todo ello se desarrolla de una forma en la que quizás cualquier persona que tenga prejuicios hacia lo friki y lea este tomo pensará que la gente a la que nos gustan los cómics somos unos «putos taraos» de la vida que confundimos la realidad con la ficción y que vivimos en un mundo de paranoia constante.
Y en ello redunda también el hecho de que todo lo que aquí acontece está narrado a través de las notas mentales de la protagonista, sin bocadillos de texto que salgan de su boca, quedando toda la historia como si de una especie de diario personal se tratase, a través del cual acompañamos a esta muchacha en sus andanzas contra el crimen. De esta forma, al conocer de primera mano todo lo que pasa por su cabecita tal cual lo piensa, se ahonda en el hecho de llegar a creer por parte del lector que el estado de paranoia y el desequilibrio mental de esta pobre muchacha alcanza cotas supinas.
Personalmente he de decir sobre Twilight Guardian que aunque al principio el hilo de la historia me pareció bastante interesante (a pesar de lo repetitivo de sus incursiones nocturnas), al final de su lectura me quedé un poco turulato e indiferente, pues su desenlace no me acabó de convencer por el hecho de que no me quedó claro del todo la resolución de algunas de esas preocupaciones que tiene la protagonista dentro de su cabeza y que se van exponiendo a lo largo de la historia. Aún con todo resulta curioso de leer por ese peculiar sentido altruista y de la justicia que tiene esta jovenzuela…