La verdad es que todo aquel que no conozca a este famoso personaje de Marvel y lea el título del post se pensará que vamos a hablar sobre la piba guarrona aquella que salía en el Crónicas Marcianas conocida como La Veneno, y os preguntaréis si se ha ido a hacer las Américas y ha triunfando por aquellos lares. Pero no amiguitos, el Veneno al que nos referimos es al personaje creado allá en los años 80 por David Michelinie y Todd McFarlane, que tanto ha puteado al pobre Spidey hasta el punto de que muchos lo consideran como el villanazo más cabroncete que el insigne arácnido ha tenido nunca.
Hace ya tiempo comenté en otra reseña que se trata de un personaje que desde hace mucho ha perdido el atractivo para un servidor, a pesar de que antaño fue uno de mis malosos favoritos. Sin embargo, yo no sé si se habrán «conjuntao» los planetas o qué coño me habrá pasado que en la tienda no pude resistirme a hacerme con este tomo que nos cuenta el regreso de uno de los antihéroes más famosos del noveno arte.
Ainsss, hay que ver la evolución que ha tenido este simbionte desde que la época en la que se adhirió al bueno de Eddie Brock, dando lugar a aquel famoso antihéroe que ejercía como protector a su peculiar manera y sin perder nunca su odio visceral hacia Peter Parker. Un tiempo después tomó como huésped a otro de los villanos de Spiderman (concretamente a Mac Gargan) y llegó a formar parte de Los Vengadores Oscuros de Norman Osborn. Sin embargo, actualmente el simbionte ha caído en manos del ejército de los EEUU, y será justamente en este momento cuando se ambienta este tomo que recoge los cinco primeros números de este «nuevo héroe de América».
Y es que ahora el famoso «traje alienígena» será usado por el gobierno americano para conferir a su portador habilidades extraordinarias y convertirlo en una especie de superagente cojonudo para misiones arriesgadas. Ahora su nuevo huésped es el héroe de guerra Flash Thompson (tullido y en silla de ruedas al perder las piernas en una misión durante su estancia en el ejército). Sin embargo, cuando se fusiona con el simbionte sus deficiencias físicas desaparecen, corretea y se balancea por la vida cumpliendo todo tipo de misiones arriesgadas a lo James Bond en plan superagente del copón. Eso sí, tendrá que respetar a rajatabla todas las reglas y protocolos para evitar que ese ser alienígena sea quien le controle a él y se le quede adherido de manera permamente.
De esta forma, casi toda la historia del tomo se reduce a ver al bueno de Flash unido al simbionte y trabajando para el gobierno en todo tipo de misiones chungas, con el subidón que le produce el tener de nuevo una movilidad y una agilidad elevadas a la máxima potencia. A pesar del hecho de que este nuevo portador sea un tío con decencia, ello no será óbice para que durante el tomo asistamos a un nuevo enfrentamiento entre Spidey y Venom, pues la figura del arácnido por excelencia estará también muy presente a lo largo de la historia (así como otros viejos conocidos como Betty Brant o archienemigos como Jack O’ Lantern y Kraven).
Pero si hay algo que puede justificar su compra a los más reticentes, eso es el dibujo del genial Tony Moore, pues su estilo me encantó desde que lo vi por primera vez en los primeros tomos de The Walking Dead (por cierto, al loreto sobre el parecido del rostro de Flash con el de Rick Grimes, porque son «clavaos», no me jodas). Lástima que haya algún número entre medias dibujado de paquete por otro menda (Tom Fowler) y quite esplendor visual al conjunto del tomo.
En definitiva, Veneno: El nuevo héroe de América es un cómic que se deja leer y poco más, que recomiendo únicamente a los muy fans del personaje o a los que tengan curiosidad por ver a Veneno trabajando como agente del gobierno. Además este experimento de ver a un simbionte unido a una persona con cierto sentido de la moral ya se pudo ver en aquel tomo titulado Toxin, por lo que tampoco encontrarás nada nuevo que no se haya visto antes.