Nuevamente tiro de comicteca y hoy voy a dedicar unas palabrejas a una miniserie de 12 números que fue publicada por estos lares allá por el año 2001. Los inicios de alzheimer me han provocado que ya apenas me acordara de ella cuando la leí en su día, así que hace poco me ha dado por volver a leerla y hoy me he dicho: «Pues vamos a hablar de ella a los chavales a ver qué les parece». Además que es el típico cómic bastante recomendable para todo tipo de lectores, pues la temática que aborda está muy en la línea de los libros tolkenianos, que por lo general suelen ser muy del agrado del público en general.
Y es que ciertamente este cómic que nos ocupa es una bastante decente historia de fantasía heroica en la que un grupo de protagonistas han de hacer piña contra un enorme mal que pone en peligro la paz del reino. Ya sabéis, la típica historia con guerreros, elfos, enanos, magos y monstruos más feos que yo recién «levantao». A todo esto le añades una pizquita de clanes vampíricos, lo remueves como si estuvieras bailando el hula-hoop y el resultado de todo ello es Warlands.
Y es que desde la primera página ya se nos pone en situación sobre el estado actual del reino de Warlands con una introducción en la que se nos explica cómo los clanes vampíricos de Datara invadieron ese reino años atrás. Las razas de elfos, enanos y hombres les hicieron frente. A punto estuvieron los malvados dataranos (comandados por Malagen el negro) de destruir a las razas del hombre. Sin embargo, en vísperas de su triunfo, Malagen descubrió un antiguo texto que anunciaba la perdición de «los que andan de noche» debido a un artilugio conocido como la armadura Darklyte. Temeroso de la profecía, Malagen ordenó a sus ejércitos que volvieran a Datara, y así las buenas gente de Warlands conocieron de nuevo la paz. Pero el tiempo significa muy poco para los no muertos, y Malagen ha esperado el tiempo prudencial para volver a las andadas.
Y así es como empieza Warlands, con un brutal asalto a uno de los castillos de este reino, muy en la línea de El Señor de los anillos (luchando los humanos contra una amalgama curiosa de seres monstruosos y con dragones pululando en medio de ese «sarao»). Todo ello sirve de contexto para reunir a los principales protagonistas de la historia, un grupo muy heterogéneo formado por una elfo (Elessa), un guerrero (Jerell) un mago (Delezar) y su joven acompañante (un niño ciego llamado Zeph que posee una gran pericia con el arco a pesar de esa discapacidad). Este selecto grupete intentará por todos los medios que la armadura Darklyte (pieza clave en todo este conflicto) no caiga en las manos de Malagen. Sin embargo, las cosas se complican cuando los demonios liderados por Astaroth entran también en escena para conseguir esa preciada armadura, provocando que los humanos deban hacer frente a dos invasiones por dos frentes distintos.
Como véis, se trata de un manido argumento muy en la línea de lo que es este género de la fantasía heroica, con el consecuente enfrentamiento de humanos contra algún tipo de amenza chunga, y donde estará muy presente también el cliché de la alianza con otras razas con las que unir fuerzas para encarar ese incipiente mal que acecha (tal y como se verá, por ejemplo, cuando los humanos busquen el apoyo de los elfos para hacer frente a Malagen). Como digo, no es nada nuevo que no se haya visto anteriormente en muchos libros de este tipo de género, pero siempre es agradable leer una historia de este jaez en el noveno arte, y más si tiene buen ritmo y está bien desarrollada (y para mi humilde gusto Warlands lo está).
En definitiva, un cómic bastante recomendable para todo aquel al que le atraiga este tipo de temática, aderezado con el siempre agradable estilo de dibujo de Pat Lee, al cual ya hemos aludido en otros posts como clara muestra de trazo limpio y bien definido (y uno de los grandes exponentes del «amerimanga»). Así que creo que buscaré en mi comicteca la siguiente miniserie que se publicó unos años después con respecto a la que dedico este post y que lleva por título Warlands: La Edad de Hielo, porque personalmente me he quedado con ganas de releerla.