SrGrifter, el
13 de julio de 2013 en
Cómics
La verdad es que la primera vez que escuché lo de Magneto.Testamento pensé que esto iba a tratar sobre la típica discusión que podemos ver en los míticos programas «verduleriles y pseudomarujiles» de las enriquecedoras sobremesas de Tele5 en los que los hermanos salen discutiendo porque el padre le ha dejado en herencia más tierras a uno que al otro. Pero no amiguitos, en este cómic no encontraréis a los hijos de Magneto (Pietro y Wanda) rabiando entre ellos y llamándose cosas como sinvergüenza o golfo por motivos de ese jaez.
Se trata de un tomo de la línea editorial 100% Marvel publicado por estos lares allá por 2009, el cual recoge esta serie de cinco números en la que se nos relata la juventud del mayor enemigo de los X-Men: Magneto. Me imagino que todo el que haya visto el magnífico film de X-men: Primera generación recordará esa parte inicial del metraje donde veíamos al bueno de Erik de jovencito en un campo de concentración. Pues bien, este tomo ahonda en la infancia de este personaje y en las cosas que le marcaron para llegar a convertirse en Magneto.
Merece la pena decir antes de continuar que toda esta historia deja a un lado el género superheroico, y sobre todo está concebida para que cualquier persona pueda disfrutarla independientemente de sus conocimientos previos. Y es que el argumento es un duro retrato del sufrimiento del pueblo judío durante el Holocausto. Mucho antes de ser conocido como el Amo del Magnetismo, Magneto fue un muchacho judío durante la ascensión del nazismo en Alemania. Marcado por unas injustas creencias raciales, se vio obligado a contemplar cómo su pueblo era asesinado brutalmente. Incluso él mismamente se vio convertido en un “Sonderkommando”, un judío encargado de incinerar los cadáveres de sus compañeros asesinados en las cámaras de gas. Por tanto, esta historia es el recuerdo de aquellos días oscuros que le marcaron para siempre y le convirtieron en el hombre que sería años después.
Con esa misma cara voy yo los lunes al curro
Por tanto, no se trata de un comic de superhéroes, sino que seremos partícipes de la historia de un chico normal con un tremendo potencial sumido en la vorágine que consumió a su país y que provocó la muerte de millones de inocentes. Además en este cómic se nos desvelará su verdadero nombre (Max Eisenhardt), pues como es bien sabido, a lo largo de su trayectoria, este famoso personaje ha utilizado muchos otros, pero por primera vez se nos desvela el verdadero, al que renunciaría posteriormente tras los crueles acontecimientos que tuvo que contemplar durante su juventud. Poco tiene que ver el joven Max con el hombre en el que posteriormente se convertiría.
Ahora con el calorcito no está de más raparse los pelos
Y es que Magneto siempre me ha resultado un villano con unas motivaciones y una “lógica” que le diferencian de otros homólogos suyos, cuya únicas razones para sembrar el caos son simplemente porque están chalados. Magneto es un personaje imbuido con una ambigüedad moral, que ante todo desea proteger al pueblo mutante, aunque eso signifique exterminar a los humanos. La ironía de esta filosofía está clara, pues se asemeja demasiado a la que predicaban aquellos que deseaban proteger la pureza del pueblo ario, aún a costa del exterminio de otros pueblos “inferiores”. Por todo lo vivido en su juventud, Magneto es alguien que desea hacer lo que para él es “lo correcto”, y por ello acabará jurándose a sí mismo que no permitirá que algo como todo lo que vivió de joven vuelva a repetirse, aunque al hacerlo se esté convirtiendo en aquello en lo que más odia.
La misma puntería que Sergio Ramos
En definitiva, X-Men: Magneto. Testamento se trata de un muy buen cómic, donde se nos narra simplemente la historia de un joven inocente atrapado por una locura incomprensible y obligado a contemplar atrocidades más allá de toda lógica. Contada con un minucioso rigor histórico producto de una larga investigación por parte del guionista, a lo largo del tomo se reconstruye una pequeña porción de esa página negra de la historia desde la perspectiva de un niño. El hecho de que este niño sea un personaje ficticio es lo de menos, pues incontables personas reales pasaron exactamente por lo mismo.
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