Añadir juntas en un mismo título cosas como X y Feroz puede dar lugar a que las personas con tendencias pornochachiles empiecen a fantasear en sus cabezas con movidas de porno salvaje de ese en el que se pegan de ostiazas con una fusta. Pero no amiguitos, sentimos decir a los más ávidos de sexo la nuit que la reseña de hoy no tiene nada que ver con eso, sino con cierta novedad que ha sacado a la venta hace unas pocas semanas Aleta Ediciones.
Confesaré en primicia una vez más que este es uno de esos cómics de los que no tenía ni guarra hasta que fui a la tienda y lo vi allí puestecito en uno de los estantes de novedades. Y personalmente he de decir que me llamó la atención por ese maromazo de la portada con un estrafalario pelaje que me recordó muchísimo al del grandísimo Spawn (traje oscuro con máscara chunga y capa con jirones retorcidos de una manera que dan ganas de hacer una colecta para comprarle una nueva). Así que como soy un flojo (no para todo, chicas), un simple vistazo a las páginas del interior fue suficiente para ponerme este cómic debajo de la sobaquera y llevármelo a casa…
Para todo aquel que desconozca su argumento diremos que este cómic nos pone en el pellejo del vigilante enmascarado conocido como “X”, quien administra justicia sin clemencia a los criminales que gobiernan la decadente ciudad de Arcadia. Cuando la bloguera sensacionalista Leigh Ferguson husmea en el callejón equivocado, se da de bruces con la sangrienta guerra de «X» contra un poderoso criminal y le hará desear no haber metido las narices en todo este violento asunto.
Lo cierto es. amiguitos, que si me apuntaran al jeto con un trabuco de los de Curro Jiménez y me pidieran que describiera al protagonista de este cómic en pocas palabras seguramente diría que este maromazo viene a ser algo así como el Frank Castle de la editorial Dark Horse. Y es que se trata de una especie de vigilante urbano a lo Punisher, pero más bestia si me apuráis, pues hace uso de unos métodos que son un claro ejemplo de esa famosa máxima de que el fin justifica los medios. Por este motivo, el bueno de «X» no comparte esa idea de muchos justicieros bonachones de que hay que llevar a los criminales ante la justicia (pues al fin y al cabo los peces gordos con influencias vuelven a estar en la calle a los pocos dias). «X» es de los que piensan que si has cometido un delito chungo has de apechugar con las consecuencias.
Por cierto, para los que penséis que la palabra Feroz del título está ahí mas de paquete que Benzema en el Real Madrid o porque hace bonito os diré que no es así, pues en algunos instantes del cómic hay ciertos momentos un tanto recordatorios al famoso cuento del Lobo Feroz y los tres cerditos (con cierto momentazo incluido en plan soplaré y soplaré y tu casa derribaré, solo que cambiando lo de la casita por una habitación del pánico). Y personalmente creo que no acaban ahí las analogías del argumento, pues en mi humilde opinión creo que algún que otro personaje de esta historia es bastante recordatorio a los cerdos de Rebelión en la granja, en el sentido de ser figuras corruptas y avariciosas que hacen y deshacen a su antojo a golpe de talonario y repletos de un tremendo ansia de poder y de egoísmo (con auténtica cara de cerdo incluida).
A todos estos elementos hay que sumar mucho gore, sangre, cercenaciones y una gran violencia explícita, derivado todo ello de los rudos medios de los que hace gala nuestro protagonista (asi que cuidadín los más tikis-mikis). Mención especial para el personaje de la moza de turno (la arriba mencionada Leigh Ferguson), que por azares del destino se cruzará en le camino de «X», y siendo la típica piba persistente y curiosa pondrá su vida en peligro por meter las narices donde no la llaman. Y a este respecto son destacables las notas mentales que nos va dejando este personaje en algunas parte del argumento con las que se dirige al lector contándonos de primera mano sus experiencias como si lo estuviéramos leyendo en su blog.
En definitiva, X vol. 1: Feroz es un entretenido cómic que sin ser nada del otro mundo resulta ameno por el hecho de estar protagonizado por un personaje dispuesto a cruzar ciertas líneas que por lo general los héroes no se atreven a traspasar (y encima haciéndolo con un arte y un temple que nos dejará en la retina unas cuantas muertes de libro). Pero vamos, que una ciudad oscura y decadente como Arcadia, que rezuma corrupción y podredumbre por todos lados, es normal que requiera de un vigilante enmascarado ejerciendo a modo de juez, jurado y verdugo. Un cómic muy chulo para pasar un rato ameno…